ETA desaparece

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La definitiva disolución de ETA es una buena noticia, aunque no se haya realizado en las condiciones deseables. Quedan muchas cosas por esclarecer y no se ha pedido perdón a todas las victimas sin hacer distinciones. ETA produjo mucho dolor. En 50 años de historia llevó a cabo casi 2.500 acciones terroristas y provocó más de 850 víctimas que permanecerán siempre en el recuerdo de sus familiares y amigos y en la memoria colectiva de un pueblo que no merecía tanto sufrimiento.

Pero no conviene olvidar otro daño causado por la banda que también afectó a sus convecinos. Me refiero al éxodo de miles de vascos de adopción o nacimiento que se vieron obligados a dejar el país. Todavía  hay casi 300.000 personas nacidas en el País Vasco que viven en otras regiones españolas y más de 87.000 que residen en el extranjero. No diré que todos se fueron por amenazas directas del grupo terrorista, por un temor irrefrenable a sus acciones o por el clima de ansiedad que provocaba su simple existencia.

No es fácil saber la cifra exacta de los exiliados por estas circunstancias, pero en una España que tuvo un intenso éxodo interno por motivos básicamente económicos, destaca por su singularidad esta emigración forzada de naturaleza extraeconómica. ETA provocó verdaderos refugiados que buscaron acomodo en el resto de España. Y eso no fue bueno ni para la economía, ni para la sociedad,  ni para la población de un territorio que no ofrece buenos resultados demográficos. Su fecundidad, como la española, está bajo mínimos (1,4 hijos por mujer), tiene crecimiento natural negativo (más defunciones que nacimientos) y una tasa de envejecimiento del 22 %.

Ya no hay razones para que los vascos sigan emigrando contra su voluntad. Ha llegado la hora para que todos los que quieran puedan volver, para que la inmigración de otros españoles recupere el ritmo que tuvo en otros tiempos y para que se intensifique la presencia de extranjeros que no tiene las cifras de otras zonas prósperas de España. Y eso será bueno para una comunidad que supera una larga historia de sobresaltos y recupera definitivamente la paz.

 

Artículo de Rafael Puyol, Director del Observatorio de Demografía y Diversidad del IE, publicado en el periódico ABC el 8 de abril de 2018.

 

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