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Una natalidad mejor

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Los datos de nacimientos y defunciones del primer semestre de 2018 han intensificado la alarma demográfica. Los nacimientos han seguido bajando y los fallecimientos subiendo prolongando esa (preocupante) tendencia de un crecimiento natural negativo. Lo malo de la situación es que puede empeorar como no se empiecen a tomar medidas serias para impedirlo, medidas  sobre la natalidad ya que reducir la mortalidad no va a resultar posible debido al fuerte envejecimiento que experimentamos.

No tenemos una política de ayuda familiar que contribuyese a paliar la atonía demográfica que sufrimos. Y de acuerdo a los resultados de la última Encuesta de fecundidad del INE esa presunta  política podría ser eficaz. En efecto, casi tres de cada cuatro  mujeres  entre 18 y 55 años quieren alumbrar al menos dos hijos (ahora la tasa de fecundidad es solo de 1,31 hijos por mujer). Si no los tienen es por motivos económicos, laborales o de conciliación de la vida laboral o familiar. De ahí que para engendrar hijos o más hijos consideran que el Estado debería establecer acciones para aumentar los permisos de natalidad/paternidad, flexibilizar los horarios de trabajo para padres o madres con niños pequeños y ofrecer ayudas económicas a las familias con hijos a cargo menores de 18 años. Lo llamativo, en relación a lo que ocurre en otros contextos, es que también los varones se decantan por un tamaño familiar preferente de dos hijos.

La conclusión de todo esto es sencilla. A las parejas españolas les gustaría tener más hijos de los que conciben. Si no lo hacen es porque las condiciones económicas y laborales dificultan esta pretensión, lo cual hace pensar que si se corrigiesen o suavizasen los obstáculos, los comportamientos se acomodarían a los deseos. ¿ A qué esperamos, entonces, para implementar una buena política de ayuda familiar?. Sus resultados serían altamente beneficiosos tanto desde un punto de vista demográfico, como desde una perspectiva económica y social. Y no olvidemos que una política de este tipo no es ni de derechas, ni de izquierdas. Se trata de una verdadera política de Estado que debe ser generosa y exige consenso y continuidad.

Artículo de Rafael Puyol, Director del Observatorio de Demografía y Diversidad del IE, publicado en ABC.

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