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Alejandro Portes

((Available only in Spanish))

Hay muchas personas que interpretan en términos de problemas algunas de las cuestiones demográficas más importantes. Eso ocurre sobre todo con el envejecimiento y con la inmigración. Existen en Google 23,2 millones de resultados para la frase “envejecimiento como problema” y solo 9,2 millones para la consideración de este fenómeno como oportunidad y como conquista social que permite vivir a más gente, durante más tiempo y en condiciones cada vez mejores. No obstante, pese a su evidencia irrefutable esta realidad queda eclipsada por la opinión mayoritaria de quienes magnifican sus desafíos más preocupantes (pensiones, sanidad, dependencia) y achacan a los mayores ser poco menos que responsables de la crisis del estado de bienestar.

Y lo mismo sucede con la inmigración vista con frecuencia desde una óptica peyorativa entretejida de mitos, prejuicios, falsas percepciones o consideracion infundadas que nada o poco tienen que ver con los hechos. No comparte esta visión Alejandro Portes, recién galardonado con el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales a cuyo jurado me he honrado en pertenecer. Es un estadounidense de origen cubano que puede considerarse uno de los más destacados expertos en el estudio de la movilidad internacional. Tiene importantes aportaciones teóricas y estudios empíricos de gran alcance, tanto en Estados Unidos, como en España, muy particularmente sobre la segunda generación. Pero déjenme destacar dos hechos sobre los que Portes ha insistido.

Uno es específico y nos afecta de forma directa. Se trata de la opinión, repetida con frecuencia, de que la inmigración en España constituye un claro ejemplo de integración que no ha suscitado especiales controversias y episodios xenófobos destacables. Ojalá eso pueda continuar así. La segunda es su actitud positiva sobre la inmigración que sí responde a condiciones de regularidad y facilidades de integración, puede convertirse en un fenómeno favorable para todos: para las sociedades de salida que verán aliviada su presión demográfica y se beneficiarán de las remesas; para los inmigrantes que podrán cumplir su legítima ambición de una vida mejor; y para las sociedades de acogida por la contribución que esas personas hacen a la economía y al poblamiento de sus territorios.

 

Artículo de Rafael Puyol, Director del Observatorio de Demografía y Diversidad del IE, publicado en ABC el 3 de junio de 2019.

Alejandro Portes en una imagen de archivo de ABC – Ernesto Agudo 

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