La demografía: un nuevo reto para la economía china

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Previamente publicado en La Vanguardia.

La población ha aumentado más de la mitad desde el inicio de las reformas económicas de Deng Xiaoping a finales de la década de 1970 y ha pasado de unos 920 millones de habitantes a los actuales 1.400 millones; si bien ha disminuido su proporción en la población mundial (algo menos de un 19% en el 2015 frente a un 22% en 1975), todavía supera a la India en unos 100 millones de habitantes (y en 200 millones a África), por lo que sigue siendo el país más poblado del mundo.

Ahora bien, en los próximos años, volverán a repartirse las cartas de la demografía mundial: las proyecciones de las Naciones Unidas indican que China se verá superada simultáneamente por India y el continente africano, muy posiblemente antes del 2025; a partir del 2030, podría empezar a perder población y descender a los 1.360 millones a mediados de siglo (14% de la población mundial), es decir, 300 millones menos que la India en la misma fecha (1.660 millones)… y 1.000 millones menos que África (que superará los 2.500 millones en el 2050).

Las transformaciones de la estructura por edad que van de la mano de ese retroceso demográfico representan desafíos muy importantes, tanto para la sociedad como para la economía. En efecto, demografía y resultados económicos están estrechamente ligados puesto que los comportamientos de los individuos (productividad laboral, ahorro, estructura de gastos, etcétera) varían mucho en función de la edad, y ello es válido para los hogares y para la sociedad en su conjunto.

Dicho de otro modo, cuando el descenso del número de hijos se ve acompañado de un modesto aumento de la población de más edad, y por lo tanto cuando la franja de población en edad laboral es importante, disminuye la relación de dependencia (que mide el número de personas económicamente dependientes –niños y mayores– por persona en edad activa): es el dividendo demográfico; los adultos en edad activa tienen que soportar entonces una carga social relativamente baja y, al ser más numerosos, pueden reducir los gastos ocasionados por los hijos y dedicar una mayor parte de sus ingresos al ahorro y las inversiones productivas.

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