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La ‘bomba demográfica’ africana

((Available only in Spanish))

Artículo de CARLOS LAORDEN, publicado en EL PAÍS.

El crecimiento de la población en los países al sur del Sáhara genera preocupación en Europa y aparece señalado como el causante del hambre, la pobreza y las migraciones hacia el Viejo Continente.

“Lo que hace falta en África son más condones”. “¿Por qué tienen tantos hijos si no los pueden alimentar?”. “Con tanta gente en el mundo no podremos salvar el planeta”… Preguntas y opiniones como estas proliferan en las redes sociales y en los comentarios ante las noticias sobre el aumento de la población (países como Níger podrían multiplicar su número de habitantes por cuatro en 2030 y por 10 en 2050) la prevalencia del hambre (dos de cada 10 africanos no comen lo suficiente) y las migraciones en —y sobre todo, desde— África subsahariana.

Las proyecciones demográficas mundiales se prevé que en 2050 el número de seres humanos supere los 9.000 millones y se acerque a los 10.000, especialmente impresionantes en el caso africano, son vistas con preocupación por los países ricos, donde muchos hablan ya de una bomba demográfica africana. De los nueve países que concentrarán la mitad del crecimiento poblacional de aquí a 2050, cinco son africanos (Nigeria, R.D. Congo, Etiopía, Tanzania y Uganda). Y otros como Angola, Burundi, Níger, Somalia, Zambia y la propia Tanzania multiplicarán por al menos cinco su número de ciudadanos. Hoy hay 1.256 millones de africanos; en 2050 se espera que sean el doble; es decir, el continente acapara casi la mitad del crecimiento de la población mundial.

“El problema es que no miramos las cosas con perspectiva: este proceso no es ninguna peculiaridad africana, sino un ciclo por el que otros ya hemos pasado antes”, sostiene Julio Pérez Díaz, experto en demografía del Centro Superior de Investigaciones Científica (CSIC) español. “En la segunda mitad del siglo pasado se hablaba con miedo del crecimiento de la población en Asia, especialmente en China: hoy allí hay tasas de fecundidad parecidas a las europeas”, añade.

Continúe leyendo el artículo completo en EL PAÍS.

 

 

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