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Así funcionan los algoritmos que deciden a quién echar del trabajo

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Artículo de El País.

Una empresa de ‘software’ prescindió el pasado agosto de cientos de empleados siguiendo únicamente el dictamen de una inteligencia artificial, un caso que podría convertirse en lo habitual

A usted le despedirá un algoritmo. Suena a ominosa profecía pero al grueso de los trabajadores por cuenta ajena de este ajetreado primer tercio del siglo XXI le espera ese destino: ser contratados y despedidos por máquinas, sin apenas intermediación humana. Es posible que muchos de ellos pasen por este ciclo de destrucción creativa en varias ocasiones a lo largo de unas trayectorias laborales que se prevén convulsas. Es el fin del trabajo para toda la vida que era habitual hasta finales del siglo XX.

El pasado agosto, Xsolla, la filial rusa de una empresa de software y servicios interactivos con sede en Los Ángeles, ejecutó una vanguardista reestructuración de su plantilla que ha captado el interés de medios de comunicación de todo el mundo. Sin previo aviso, decidió prescindir de 150 de los 450 empleados de sus oficinas de Perm y Moscú siguiendo únicamente el dictamen de un algoritmo de rendimiento laboral que los consideraba “improductivos” y “poco comprometidos” con los objetivos de la empresa.

Existe al menos un precedente muy llamativo. En 2019, Amazon, la madre de todas las empresas disruptivas de nuevo cuño, ya llamó la atención de la revista Bloomberg por su tendencia a despedir a su personal basándose en criterios informáticos. En aquella ocasión, uno de los damnificados, Stephen Normandin, fue entrevistado por la cabecera y se convirtió en símbolo de esta manera de proceder en apariencia gélida y deshumanizada.

“He demostrado en múltiples ocasiones que soy una persona disciplinada y responsable, no me merezco que se prescinda de mí sin escucharme, atender a mis circunstancias o darme explicaciones”. En su opinión, el algoritmo le despidió por su edad, sin tener en cuenta factores como sus ganas de trabajar y su óptimo estado de salud física y mental, pero sus intentos de demostrarlo acudiendo a un tribunal de arbitraje resultaron infructuosos.

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